10.02.2017

#URFestival2017 [Otro Egovistazo Especial... Especialmente Raro]

¡Ahora han entrado a un nuevo inicio!

Antes de empezar, quisiera que conocieran la siguiente información para tenerla en cuenta a lo largo de este artículo:

Mis prejuicios son pocos, respecto a la música que espero sentir y que finalmente experimento: Estoy abierto a recibir diferentes melodías y armonías por medio de mi sentido auditivo. No obstante, eso no impide que sea víctima de las altas expectativas (o como todo el mundo lo llama hoy: hype). Si ya he sido sorprendido por trabajos musicales aceptables, buenos, sobresalientes e incluso excelentes; un “nivel” de expectativa es creado… En caso de que futuras producciones del mismo tipo o del mismo autor se encuentren por debajo de aquel “nivel”, se forma un sesgo que puede hacer surgir una porción de subjetividad que "no favorezca mucho" al juicio que he de realizar.

#ImagenRecicladaDelAñoPasado. Recordando momentos del 2016.

Así que, teniendo claro esto, y con la objetividad en peligro (como muchas veces), demos inicio al análisis de este festival en su versión del 2017. ¡Vamos allá!


Como ya lo había mencionado en cierto artículo que elaboré hace un año, el UR Festival es un mega evento que toma lugar en cierto campus de cierta universidad ubicada en uno de los lugares más lejanos del norte de Bogotá. Traen juegos, eventos de diferentes patrocinadores, carritos de comida (foodtrucks para los pupis), además de una nómina de grupos y cantantes que presentan su música en la tarima principal del evento.

Este es el tema de hoy. Entonces, ¿Preparados?

Las maravillosas expectativas se encontraban en un nivel alto, debido a que el año anterior la calidad se hizo presente gracias a la variedad de géneros presentes en las bandas que se presentaron (salsa, rock alternativo, electrónica, hip hop, rap, por mencionar algunos); los distintos juegos con los que los asistentes contaron (muro de escalar, toro mecánico, bolos gigantes, carreras en costal, entre otros); y la presencia de medios de comunicación diferentes a las emisoras patrocinadoras como cierto canal juvenil con un programa llamado El Cuaderno… Sí, todo eso se llevó a cabo en el 2016.

Ahora ¿Qué sucedió este 2017?
PD: Casi todas las imagenes del artículo son de la autoría de los organizadores del URFestival. Mencionemos

Igual que el festival anterior, el día comenzó con la clásica carrera de 5K alrededor de la inmensa zona verde del campus (Sí, otra vez el mentado cross-country). No tuve la oportunidad de participar, pero el evento tuvo pocas diferencias a resaltar: Los participantes masculinos empezaron el recorrido y cuando faltaba poco para que el último del grupo terminara, comenzaron las participantes femeninas; camisetas distintas; horario más tarde… Realmente aspectos muy triviales que no modificaban tanto la experiencia.

¡Más y más cross-country en un 5K de esfuerzo, entusiasmo... y litros de sudor ajeno!

A continuación, se podían apreciar el conjunto de actividades existentes: Aún estaba un simulador de tiro con armas de gas y aire comprimido (que tenía su encanto, por supuesto). También volvían a aparecer las carreras de costales en un lugar donde muy pocas personas las podían presenciar (igual seguían siendo emocionantes). Sorprendía que se presentaran actividades nuevas traídas por los patrocinadores: Postobón con su bebida de toronja (que no quiero mencionar todavía) traía juegos de puntería para ganar pequeñas botellas de gaseosa; Livinn Bogotá traía la cuota fotográfica al evento, al ofrecer una piscina de pelotas bien improvisada para animar a los invitados a mostrar su faceta más fotogénica. Estos dos son los más destacables, realmente.

Varios stands que promocionaban grupos de la institución anfitriona o de sus particulares patrocinadores hicieron acto de presencia. Sin embargo, todavía me encontraba buscando juegos similares al jumping, al toro mecánico, a la lucha de sumos, a las peleas con guantes descomunales, o al muro de escalar que ofrecieran experiencia igual o más sorprendente que las del festival anterior. Y ¿A qué no adivinan? NO había nada de eso en este festival, que, al parecer tuvo una reducción de presupuesto cual reforma económica de país latinoamericano. Mal en todos los sentidos, y reducía las opciones de eventos en los cuales los asistentes deseaban participar.

El espacio se redujo, la nómina ofrecía menos variedad, habían pocos juegos... Y luego dicen que fue de los mejores eventos. ¿En serio?

Los carritos de comida (foodtrucks en idioma gringo) estuvieron como cada año: Variedad de alimentos, filas enormes y precios de distintos tipos (de lo baratísimo al mayor asalto económico).

En el entremés, y para mitigar mi reacción de insatisfacción, almorcé un burrito tal cual, como el año anterior, aguardando que la segunda mitad del evento donde las agrupaciones musicales salían a relucir, fuera al menos aceptable… Tampoco lo fue. Que munga (sí, como Recreo).

Encontré una buena imagen. Una representación infantil de mi decepción con el Festival

Bueno, pero antes de enfocarnos en la parte musical, quisiera resaltar la parte más resaltable del evento. Una que puedo resumir en dos palabras: Iván Marín. Por más fuera de lugar o infantil que a algunos les pueda parecer, el comediante pereirano terminó robándose el UR Festival en muchos sentidos: las risas, el entretenimiento, las situaciones hilarantes con una rutina que, aunque se encuentre lejos de sus mejores momentos, brindó una experiencia inolvidable a todos los presentes con los distintos temas que abordó en el stand up: Música, Fútbol, la época de estudiante. Empatía al límite y comedia con un buen grado de calidad. ¡Bien hecho!

Aplausos para este señor, que logró que en ese momento, no todo fuera tan insatisfactorio

¿Ahora sí, cómo resultó la segunda mitad del evento con las agrupaciones invitadas?… Desde el vamos, la nómina de cantantes era demasiado pretenciosa y no muy prometedora. No sé si fu provocado por la supuesta reducción del presupuesto, o por el absurdo patrocinio que tuvieron con La Mega… sí, aunque no lo crean, sucedió. El patrocinio hecho por la emisora digna de perreo intenso y artistitas de medio pelo favorita de la juventud colombiana pudo traer la calidad cuestionable a la tarima del festival.

Sí, esto era lo que prometía el evento de tal magnitud. Hacerse bolita era lo más razonable

Y entre la nómina, están las siguientes alegrías

Reproduzcan este vídeo de Alf mientras leen la siguiente lista de viñetas

-  Duina del Mar: Una señorita que aún hoy, no sé qué género canta

-  Tribu Baharú: La champeta más excéntrica del universo. Otra presentación rescatable

-  Jiggy Drama: El reggaetonero más olvidado de la actualidad (Sí, el que hizo esa vaina de “Quiere ver GAS o ver GOTAS”).

-  Pasabordo: Hacían pop latino. Luego quisieron imitar las pendejadas que hacían Alkilados y quedaron dañados de por vida.

-  Mike Bahía: Una especie de reggaetón tropical es lo que canta. No es nefasto y lo ignoraría… de no ser porque nos coló a la noviecita al evento tal cual como un combo 2x1. Que vaina.

-  Greeicy Rendón: Novia del sujeto anterior. Fue Chica Vampiro (Sí, ese programita insignificante de TV). Actriz y cantante (mejor que el novio, todo hay que decirlo).

-  Bandas UR: Sólo una sola, y no hubo más por ahí. ¿Les dio flojera, o qué?

-  Con la participación especial del Señor Toronjo, como relleno absurdo e innecesario. ¡Carajo!

Lastimosamente, las bandas UR relucieron menos que el año anterior. Triste por ellos...

Ese fue el resumen de las distintas atracciones de este festival. Y podría dejarlo hasta aquí. Pero no lo haré, porque quiero profundizar en cada momento de estas presentaciones tan diversas en tono, pero no en género. Así que, este es el juicio-relato traído para ustedes:

Respecto a Duina del Mar, sólo he de decir que tiene un rango vocal relativamente bueno. Podría explotarlo más, pero se limita en muchas ocasiones. El dueto que hace con Jiggy Drama es perverso… pero es, a su vez, de las cosas más rescatables del reggaetonero que más adelante tendría su propia presentación.

Pregunta Retórica: ¿Qué género coqueto canta esta señorita? ¡Oh! (Suspiro)

Y hablando del rey de Roma… ¡Oh, por todas pendejadas que hay en el mundo! Este hombre es un “genio”: Pretende “calentar” a su público con insinuaciones que no caben para ser de doble sentido: Eso quiere decir que esas dulces palabras y letras de sus olvidables canciones se podían malpensar de más de 4 maneras distintas (y no es un punto bueno en lo absoluto). El único mérito que se le puede dar es que en cierto punto quiso alejarse del reggaetón para emocionar al público con una mezcla electrónica que fue interesante… Pero eso duró sólo tres minutos y luego volvió con su “arte” urbano que desgraciadamente, duró demasiado.

No voy a colocar la música de este... hombre por aquí. Por nuestro propio bien (Ya saben qué pienso mucho en su salud mental... Lo mismo aplica para el dúo paisa y los tortolitos).

Tiene pinta de "nerd clásico", pero es todo lo contrario. Noten como se asegura de sentir que su masculinidad no se le ha caído aún (Sí, malpiensenlo de 4 maneras distintas)

Luego llegó el tiempo de relleno más insoportable e incomprendido (con justa causa) de todo el evento: La hora del Señor Toronjo. Para los iletrados como yo que no conocían este personaje en su máximo esplendor, voy a explicarlo de manera breve: Es una bebida gaseosa cuya mascota es un humano con cabeza de toronja dibujada con caras de todo tipo y que se lanzó como cantante de reggaetón. Sí, suena absurdo y patético, y en efecto así fue su presentación. 

Aquí hago una excepción: Quiero que sufran con la bebida mal copiada de la Quatro muajaja (Inserte risa malvada chafa por aquí).

Preparen su vergüenza ajena para ver esta indecencia

Por mucho, el peor momento del UR Festival en todas sus ediciones. ¡Por eso sigo tomando Quatro!

Con “joyas” del cuarto arte como Reggaetón-ton, Perreo Intenso y Sácalo; el product placement andante intentó que el público le siguiera el juego coreando las canciones. Y no lo logró, por fortuna. Tomen nota de lo siguiente: Este es el peor ejemplo de marketing a nivel local. Postobón cree que la totalidad de la infancia y la juventud colombiana le fascina escuchar “poesía urbana” y no se pone a pensar que con su publicidad está aportando a que existan más campañas descerebradas donde la música se vea degradada a ser sólo sintetizadores, autotune y bailecitos sexuales en su máximo esplendor. Más allá de que el show del Señor Toronjo y sus bailarines sea patético, traspasa fronteras hacia lo ridículo, lo insoportable, y lo insultable. Gracias, Mr. Grapefruit, aportas más a que exista contenido musical descerebrado y no a alternativas que valgan la pena. Lástima.

Con Tribu Baharú no me esperaba gran cosa, pero sorprendieron con su propuesta de fusión champetúa. No caen en hacer aquella champeta genérica difundida y payoleada hasta el cansancio por toda Colombia, sino que logran experimentar de una manera que recordaba un poco a Systema Solar, pero con un estilo menos reconocible. Aun así, van por buen camino y pueden lograr grandes cosas. Su frontman es extraño y chistoso, y su aspecto instrumental merece cierto reconocimiento. Triste que no fueran aplaudidos tanto como el que quiere ver GAS o ver GOTAS. Merecen ser más conocidos.

Están a años luz de ser sobresalientes, pero son talentosos y tienen esencia propia. No como otros por ahí

Pasabordo… que física pereza. Lo que alguna vez fue una banda de pop latino con porciones de tropipop inofensivo, se convirtió en un wannabe de grupos de despropósito actuales como Piso 21 o Alkilados. Al menos el sencillo que los lanzó a la fama mostraba parte de una era que ya era enterrada por todo el mundo y que ellos quisieron rescatar… Pareciera que se dieron por vencidos y decidieron tomar el camino fácil de seguir los pasos de los grupos de música que ya mencioné anteriormente, con vestigios del estilo tropical de Mike Bahía. Después de esto, decir que perdieron su identidad es una obviedad que ni viene al caso… porque creería que la perdieron hace ya bastantes años. Ver su interpretación en vivo sólo resulta gratificante para las groupies amantes del dueto paisa, porque les aseguro que no van a atraer mucho público nuevo en la actualidad. Ya el foco se fue a otros lados (lados mucho peores, por cierto).

Fanáticas obsesivas. Jóvenes amados. Música genérica de la actualidad. No valen la pena

El show de Mike con su invitada de lujo Greeicy fue un despropósito. Una presentación muy X que no resaltó mucho. No es insultante o pendejo como ciertas presentaciones anteriores, por fortuna. Así mismo, no es atractivo a nivel musical: Son líricas acerca de los temas más cotidianos posibles sin algún plus o detalle extra que las haga únicas más allá de mencionar su nombre o apellido dentro de la pieza musical. La parte instrumental es aceptable mientras no use sintetizadores funestos como en “Estar contigo”. Hasta podría decir que es aceptable, porque lo es.

Tantas oportunidades que tiene musicalmente, y elige el camino más jodidamente fácil... Como sea

No es un intérprete nefasto y tiene oportunidades para consolidarse como un buen representante a nivel nacional… El problema es que tiende a ser un reggaetonero sin valor agregado; el cual prefiere seguir siendo un X con el estilo que lleva, en vez de explorar nuevos horizontes respecto al cuarto arte. Es así de simple.

Con ustedes, Greeicy. Canta un poquito mejor que el novio. De resto, lo mismo de siempre.

Y en cuanto a Greeicy, sólo puedo decir que su esencia es una calca femenina de su novio con una voz ligeramente mejor y las mismas letras: amores, despedidas, felicidades, etc. El problema es falta de identidad, no falta de talento. Buscar nuevos géneros, nuevos temas para sus futuros sencillos, un estilo atractivo y bien formado. Evitar en lo que sea posible caer en la música pegajosa, sólo aplicable a rumbas genéricas o soundtrack de fondo. Aplica para ambos tortolitos, porque curiosamente los dos caen en las mismas cualidades y defectos. Realmente son el uno para el otro.

Una porción de diabetes visual para no desentonar :)

Con ellos, el amor manifestado con besos y una sobredosis de diabetes terminó el UR Festival del 2017. Una decepción frente a lo que realmente el evento pudo ofrecer en años anteriores. Se destinó un menor esfuerzo para brindar experiencias que realmente resultaran dignas de destacar, donde ni siquiera el humor bacano de Iván Marín o la extravagancia de Tribu Baharú contrarrestaron los puntos negativos del resto del evento. No mencioné los campeonatos deportivos porque no hay casi nada por criticar de estas actividades de competición.

Ah sí, otro factor similar al año pasado fue la demora para salir del campus. En serio, que espera tan fastidiosa jajaja.

Ahora sí. Hasta una próxima ocasión… Nos veremos con el análisis al Formas para perderse o I.D.E.A.S. (Ideas donde encontrarse a sí) de LosPetitFellas: Una sorpresa de las buenas…


“Ahora el fin marca un nuevo inicio”

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